Gran combinación: dos mujeres talentosas y Kartun

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La suerte de la fea. Dramaturgia: Mauricio Kartun / Dirección: Paula Ransenberg / Intérprete: Luciana Dulitzky / Composición musical e intérprete en escena: Fede Berthet / Iluminación: Fernanda Balcells / Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo / Asis de dirección: Marcelo de León / Sala: Timbre 4. México 3554 / Funciones: domingos, a las 17 / Duración: 50 minutos / Nuestra opinión: muy buena

Luciana Dulitzky, junto con Paula Ranseberg a cargo de la dirección y la puesta -una dupla de interesante trayectoria que viene dando cuenta de que son cosa seria- se atreven a la difícil tarea de apropiarse de un texto del notable dramaturgo Mauricio Kartun. El resultado es majestuoso.

La sala más chica de Timbre 4, a la que se accede por Boedo, se hace aún más chica. La planta escénica es apenas un rincón que se viste de gala, con cortinados rojos y flores. Pero esos pocos metros alcanzan porque lo que veremos es a ella, a la gran Luciana Dulitzky que sola alcanza y sobra para ampliar el espacio, hacerlo gigante, y ensancharse porque es vasta y profunda.

La historia, un pequeño cuento, una anécdota fugaz de esas que encantan a Kartun, se abre paso y entonces debemos retrotraernos a los comienzos del siglo XX, allí cuando era común que en los bares los hombres disfrutaran del talento de mujeres bellas ejecutando alguna pieza musical. El secreto detrás de ello es que esas mujeres atractivas apenas eran unas simuladoras: las que verdaderamente tocaban estabas escondidas tras las cortinas o en el foso. La suerte de la fea es la historia de una de esas mujeres ocultas con ganas de más.
Gran trabajo de Dulitzky, dirigida por Ransenberg

Parece que a la dupla le llaman la atención estas mujeres antiguas, olvidadas, con algunos talentos subestimados. Así que van por ello y por suerte para nosotros que podemos deleitarnos.

Los unipersonales siempre generan inquietud. Es un salto al vacío. Una audacia. El actor más desnudo que nunca, como cuando un equilibrista decide trabajar sin red. Y muchas veces es forzado porque el actor solo no ocupa todo el espacio que debe llenar con su contundencia. Y entonces cae, la pieza se vacía y el público termina por anhelar el intercambio entre personajes que, al menos, entretiene. En este caso, al igual que en Para mí sos hermosa que la tiene a Paula Ransenberg como intérprete, el unipersonal cobra sentido y es que ante tamaños talentos qué mejor que el frenesí de estar sola, pisando fuerte ese escenario y generando un sinfín de matices.

No termina siendo justo decir que está sola, es que un violinista, en la profunda oscuridad, la acompaña con sus melodías, acentúa algunas palabras y le da espesor, profundidad al relato.

Además, claro, la acompaña el sublime texto de Mauricio Kartun que cuenta con esos remates ingeniosos y con ese pícaro humor tan amable propio del dramaturgo.

El mundo teatral se verá en un espejo prácticamente inalcanzable si estas dos mujeres -Luciana en escena, Paula en la dirección- se convierten en la vara de lo que es el buen gusto, las grandes actuaciones y los papeles brillantes.

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